Scrutata a fondo, ogni vita è impossibile,
é un ballerino sulla corda tesa.
Ogni esistenza si muove su di una linea sottilissima:
Fra pareti illusorie di sogni, aspirazioni, progetti,
orrorri, rimorsi, delusioni, architettati unicamente
ai fini di quell’inesplicabile equilibrio,
che è la loro risultante infallibile.
Sergio Solmi
Hace años me enamoré de esta la ciudad que me vio nacer. Lo hice mientras caminaba por sus calles con las manos en los bolsillos y el otoño lo teñía todo de tonos cobrizos. Sus puentes, sus adoquinados y sus casas al lado del río con fachadas de colores. Su niebla, su luna y sus farolillos. Y todas sus tiendas y pequeños comercios escondidos bajo arcos o en cualquier callejón. Recuerdo cuan ilusionado me metía en algunas de esas tiendas para rebuscar entre cajas de vinilos, pilas de libros y percheros de ropa. Lo bonita que estaba la iluminación de la calle cuando miraba a través del cristal justo antes de salir. Lo maravilloso de un crepe mientras se pasea. La satisfacción de esas pequeñas cosas, de esos pequeños momentos.
Un día tal, decidí que eso era lo que quería. Eso era lo quería para toda la vida.
Mi adosado con jardín y buhardilla. Mi coche clásico francés en el garaje. Mi empleo a donde acudiría siempre presto y elegantemente informal. Mi chica guapa, divertida e inteligente. Los sueños, la idealización, son uno de los mayores motores del mundo y de los individuos que en el habitan, pues con todo mi ser perseguí esa visión. No me pregunten quien tiene la culpa de una expectativa tan distorsionada respecto a la realidad del tiempo que me ha tocado vivir; no lo sé. Si sé, que estuve rozando todo aquello con la punta de los dedos. Irónicamente, esforzarse tanto para alcanzar ese estado ideal de las cosas, hace olvidar la inmediatez de aquello que generó el impulso en primer lugar.
Estos días, por vez primera en mucho tiempo, vuelvo a mirar esta ciudad con ojos inocentes, ilusionados. Sin la angustia del choque entre deseos y satisfacciones mis pasos pierden la prisa. Me doy cuenta de que tengo tiempo para entrar con emoción a la vieja librería y casi sin querer encontrar Parerga und Paralipomena. Tiempo para servirme una copa de vino e imbuirme en sus páginas. Tiempo para estar y no estar al poner un vinilo en el tocadiscos, colocarme los auriculares, tumbarme y hojear un libro de ilustraciones. Tiempo para redescubrir que la suma felicidad puede estar en una pizza de atún, una cerveza y exhalar humo por la boca.
Tiempo, en definitiva, para pensar en que tengo tiempo.
No está nada mal tu plan, oye.
ResponderEliminarLleva su proceso darse cuenta que la mayoría de las veces en esta vida nos pasamos el tiempo persiguiendo espejismos. Es una de esas cosas que todos sabemos, como por ejemplo el hecho de que las personas envejecen y mueren, pero no lo comprendemos en toda su magnitud, tenemos un conocimiento superficial de los hechos hasta que lo vivimos directamente.
ResponderEliminarEs que si no, la vida sería impracticable. Si tuviéramos presente eso todo el tiempo, vivir sería una amargura. Y, además, es cierto y fascinante eso de que tenemos que vivir las cosas en nuestra propia piel para llegar a comprender su verdadera dimensión, aunque en la teoría nos podamos hacer una idea lógica, aproximada.
ResponderEliminarChapeau!
ResponderEliminarM'ha encantat!
En somnis i il·lusions hi perdem molt. Sovint és un motor, però sovint és també un enterrament. Jo diria més això segon que el primer. Aquesta és una de les meravelles de crèixer: disfrutes de les coses pel que són, per com les vius i com et vénen, no pel que creus que són, per com imagines que ho viuràs ni per com t'agradaria que arribessin. Aquí i ara, en cada carrer i en cada moment :)
D'altra banda, la tardor té molt encant. I, per mi, torna càlides les ciutats.
Així que dius que ara és el millor moment per veure Girona, tal i com et va enamorar...? :)