domingo, 14 de marzo de 2010

Festival Internacional de Cine de Las Palmas


No pienso molestarme en hablar de temporales de nieve. Cómprese un generador, es todo lo que le puedo decir. En cualquier caso, no sea tan retarded como para arrancarlo dentro de casa. Los gases de escape no son muy saludables que digamos, aunque eso parece que se le pasó por alto a más de uno en Girona.


Gala de inauguración

Como suele ser habitual en mi persona, me dirigí al encuentro con el tiempo bastante justo. El taxi me dejó frente al Auditorio Alfredo Kraus, lugar con el que me une cierta historia profesional, a escasos minutos de la hora a la que, teóricamente, daba comienzo la gala. Para mi sorpresa descubro que en esta isla, la gente se toma lo de ir a los sitios con más calma que yo, que ya es decir. Todo hay que decirlo, también fué una magnifica oportunidad de ver a todos los asistentes luciendo sus mejores trajes. Muy glamurosas ellas, muy elegantes ellos y en definitiva, todos muy cool. Excepto el tipo que iba con bermudas y chancletas de playa. Quizás en otro contexto incluso se le podría considerar rompedor, pero dada la climatología del lugar, más bien daba la impresión de ser una persona a la que no le había dado tiempo [o la gana] de pasar por casa a cambiarse.

Yo, no se vayan a pensar, también daba el pego. Americana, zapatillas y mis Rayban 5122. Soy consciente de que es el cliché del gafapastismo cool, pero no lo puedo evitar.

La presentación se llevo a cabo con unos aires graciosetes que para mi gusto huelen demasiado a importación del mainstream norteamericano. Y huelen no especialmente bien cuando se tiene en cuenta que se trata de un festival que hace gran hincapié en la identidad propia y presume de apostar por el cine más independiente, arriesgado y alejado de convencionalismos comerciales. La cosa ya pierde credibilidad cuando veo que el mismo festival que dedica una retrospectiva a Kurosawa o a Éric Rohmer, programa Tensión Sexual No Resuelta, la última gamberrada de uno de los amiguetes de Santiago Segura y la enésima memez con la que nos castiga el cine patrio. Para rematar el cuadro, Claudio Utrera, director del festival, no pudo abstenerse de sacar a relucir la crisis económica en su discurso. Que digo yo que si tratandose de un festival de cine, puestos a mencionar alguna crisis, no sería más apropiado hablar de crisis de ideas.

Apuntes corrosivos a parte, la verdad es que los montajes audiovisuales utilizados estuvieron francamente bien, en especial la lograda combinación de proyecciones con música jazz en directo. Tras presentar al panel de jueces de cada categoría, subió a la palestra Atom Egoyan quien recogería el premio Lady Arimaguada honorífico por su trayectoria cinematográfica. Sinceramente, yo no tenía ni idea de quien era el tal Egoyan, al parecer canadiense de ascendencia armenia. Supongo que un crimen vergonzoso para alguien que se considera cinéfilo, pero les aseguro que ni había oído nombrar a este señor. Sin embargo, alguien con unas formas humildes a la vez que honestas, que dice que sus padres le enseñaron a creer que podemos trascender nuestras limitaciones mediante los actos creativos, se gana inmediatamente mi aplauso y mi curiosidad por conocer su obra.

Seguidamente harían su aparición Dunia Ayaso y Félix Sabroso, los dos responsables de La Isla Interior. Tras sus extensos agradecimientos y dedicatorias, algunos actores del reparto, incluyendo a Geraldine Chaplin, subieron brevemente al escenario para compartir el momento con los dos directores canarios, antes de la proyección del filme.

La Isla Interior

Este largometraje de factura canaria, retrata a una familia de lo más disfuncional durante los días previos a la muerte del padre, un hombre mayor que padece de esquizofrenia. Aunque la historia es básicamente dramática, tiene unos destacables golpes de humor, aportados principalmente por Alberto San Juan en su papel de profesor con serias dificultades comunicativas además de algunas manías muy personales a la par que divertidas de ver, aunque quizás no tanto de vivir.

Lo irónico de la película es que el padre de la familia, que teóricamente es el loco, se nos presenta como una persona tranquila, sosegada e incluso aportando algún punto de cordura en más de una secuencia. Este es justamente el fuerte de La Isla Interior, dar un giro a las cosas y retratar como chiflados a los que creen no estarlo. Como veremos, todos viven con el miedo oculto de haber heredado propensión a desarrollar enfermedades mentales y he aquí donde la cinta intentará abrir la vía dramática.

El problema es que semejante cuadro resulta muy poco creíble, especialmente con las esperpénticas situaciones y comportamientos de los hijos. No cuaja que por un lado tengamos un trágico drama familiar y luego nos vengan con semejantes caricaturas de personajes. En algún momento la cosa incluso se pasa absolutamente de rosca haciendo que el conjunto no termine de funcionar. Ahí tenemos a Geraldine Chaplin haciendo imposibles para salvar el asunto, la única que ha calibrado correctamente el punto equidistante entre comedia y drama, pero lamentablemente eso no es suficiente. Con mucho es la hija del legendario Charles Chaplin la que aporta la interpretación más eficiente tanto cuando pretende hacernos sonreír como cuando quiere hacernos partícipes de su dolor. Esta señora simplemente sabe como meterse al público en el bolsillo. Y lo consigue. La secuencia en que la vemos gritar abrazada a una almohada en posición fetal, simplemente me dio escalofríos, la emoción transmitida fue tal que consiguió erizar el vello de mi antebrazo derecho.

Otra de las cosas que chirrían es esa inevitable y recurrente costumbre que tiene el cine made in Spain de mostrar un polvo guarro en pantalla. No hacer el amor con delicadeza. Ni siquiera una sensual secuencia de erotismo desenfrenado. No, lo que hay es un polvo guarro, barato, un estereotipo que ya empieza a rozar lo grotesco y desde luego absolutamente gratuito e irrelevante para el desarrollo de la historia. Yo no se si es que en este país no dan subvención si no hay sexo o que. Pero si no hay más remedio, que sepan que yo no tengo demasiado en contra de lo gratuito, lo tengo con la forma tosca de presentar las cosas. Porque más sexo gratuito que en los filmes de Larry Clark es difícil encontrar, pero, aunque el tipo sea un depravado, sabe como rodar ese tipo de escenas, narices. Tomen nota los cineastas patrios, se lo ruego. Tampoco podía faltar la referencia a la violencia de género. Esta si que ya es de traca; metemos la secuencia con calzador y se la come usted doblada.

A pesar de todo, un buen intento por parte de Ayaso y Sabroso, especialmente por el mérito y la valentía de hacer cine desde Canarias y que además este pueda llegar al público general.