jueves, 11 de octubre de 2012

Sitges 2012: Animals






¿Pero que demonios acabo de ver? Esa fue la pregunta que me vino a la mente mientras aparecían los créditos finales, sonando de fondo el pegadizo tema principal de la película. Al finalizar la proyección, asistí a la rueda de prensa, abierta también al público, en la que esperaba responder al interrogante de la mano del director y los actores. Al principio se produjeron unos incómodos momentos en los cuales nadie se atrevía a lanzar una pregunta. Finalmente, alguien tuvo el valor de levantar el brazo. “¿Podrías explicar, para los que no somos unos expertos, que mensaje querías transmitir con esta película?” Risas y aplausos de los allí presentes. Poco dispuesto a revelar los detalles de su enigmático largometraje, el cineasta catalán devolvió el revés: “¿Que te ha transmitido a ti?”

Situémonos. Animals es el primer largometraje de Marçal Forés, alumno aventajado de esa factoría de talento llamada ESCAC y está apadrinada por Escándalo Films, la productora asociada a la mencionada escuela de cine. La película fue rodada en Barcelona a finales del 2010, se presentó recientemente en el festival de cine de Donosti dentro de la categoría Nuevos Directores y ahora aterriza en el festival de cine fantástico de Sitges.


Forés ya había debutado detrás de la cámara con un videoclip para el grupo barcelonés Sybil Vane, le siguió la realización de los cortos Yeah Yeah Yeah y Friends Forever además de dirigir un piloto para la BBC Three titulado The Things I Haven’t Told You. El reparto lo encabeza Oriol Pla (El Cor de la Ciutat), encarnando al torturado protagonista, le acompaña la joven Roser Tapias (Padres, Amar en Tiempos Revueltos) además de los británicos Augustus Prew (Los Borgia, Charlie St. Cloud) y Dimitri Leonidas (Tormented, Sinbad), interpretando a sus compañeros de clase. La película también cuenta con la muy comentada participación de Martin Freeman, quien al parecer mostró interés en el proyecto desde el primer momento, aunque su personaje no tenga especial peso en el desarrollo de la trama y quede prácticamente reducido a una nota a pie de página.

Pero entonces, ¿de que va Animals?

Las notas de prensa hablan de una historia de superación de la adolescencia con toques fantásticos, el director habla de una dolorosa pérdida de la pureza y el trailer promete una emocionante aventura de corte juvenil. Quien acuda al cine esperando esto último, es posible que acabe reclamando que le devuelvan el dinero de su entrada, recordando el caso de aquella mujer indignada al comprobar que, a pesar de lo que la publicidad pudiera sugerir, Drive de Nicolas Winding Refn no tenía absolutamente nada que ver con Transporter.

El estilo de narración bebe sin complejos del manganime, más concretamente de aquellas obras donde la adolescencia es presentada como la etapa más alienante de la vida y el desgarrador proceso de maduración del protagonista transpira a través de los poros de la trama principal. Esta influencia se hace palpable en guiños explícitos al clásico Neon Genesis Evangelion y en la recreación prácticamente calcada de una escena de FLCL, también del estudio japonés GAINAX.

Por otra parte vemos un marcado carácter visual con sabor a Donnie Darko, con la cual es imposible caer en comparaciones, así como ecos de la en ocasiones desesperante lentitud contemplativa de Gus Van Sant. Todo ello se combina, junto a unos personajes que podrían haber salido del lápiz de Daniel Clowes, en una mezcla que también recicla numerosos elementos estilísticos de los anteriores trabajos de Forés.

Tras un buen punto de partida, da la sensación de que el conjunto va a medio gas y cuando parece que la acción por fin va a pisar a fondo el acelerador, todo resulta ser un espejismo que parece salido directamente de Elephant. Animals juega tanto al despiste que termina por perderse en su propio laberinto. Su mensaje, que lo tiene, queda difuminado por demasiadas referencias a la subcultura alternativa e incontables situaciones que parecen haber sido diseñadas para confundir al espectador en lugar de hacer avanzar la trama. La idea fundamental se podría condensar sin demasiada complicación en un cortometraje pero en cambio su narrativa encajaría mejor en una miniserie, siendo quizás las limitaciones de formato el principal obstáculo para que la historia funcione.

A pesar de todo hay buenas muestras de talento, brillando especialmente la fotografía a cargo de Eduard Grau (A Single Man, Buried). El debut de Marçal Forés supone una apuesta valiente por renovar el cine made in Spain, por ofrecer algo diferente y romper con los tópicos a los que, por desgracia, nos tienen acostumbrados. En ese sentido, lo consigue, pues indudablemente estamos ante algo cuya estética y desarrollo es algo poco o nada visto en una producción nacional. Tendremos pues que estar atentos a los futuros proyectos de este joven catalán.

Animals se estrena en cines el 26 de octubre.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Bellflower





Título original: Bellflower
Nacionalidad: Estados Unidos, 2011
Dirección: Evan Glodell
Reparto: Evan Glodell, Tyler Dawson, Jessie Wiseman, Rebekah Brandes




Lord Humongous cannot be defied.


Tras un montaje de imágenes en forma de flashforward estas son las palabras que abren Bellflower, el debut cinematográfico del guionista, actor y director Evan Glodell. La cita, sacada de ese legendario filme llamado Mad Max 2, adquiere aquí un tono casi profético, ominoso.

Resulta inevitable hablar de este largometraje sin mencionar antes su peculiar estética. Una impresionante fotografía dominada por colores saturados, extravagantes desenfoques, lentes sucias... Si fuese posible la filmación de imágenes en movimiento con una Lomo Compact Automat, el resultado sería algo parecido los fotogramas de Bellflower. Esto es debido a la utilización de cámaras fabricadas artesanalmente por el propio Glodell para conseguir un resultado único.


Obsesionados con las películas de Mad Max, nuestros protagonistas Woodrow y Aiden sueñan con ser los reyes de la carretera en un mundo postapocalíptico. Sin una ocupación o fuente de ingresos definida, dedican la mayor parte de su tiempo en prepararse para ese improbable futuro, detonando bombonas de gas, construyendo un lanzallamas casero y en última instancia creando el vehículo definitivo para los guerreros del asfalto, el Medusa. Pero todo cambia para Woodrow cuando conoce a Milly.

No podemos pasar por el alto que la narración cuenta con un enfoque claramente masculino. Hay momentos de gran belleza visual junto a una elevada carga emocional, pero siempre salpicados de sangre, sudor y gasolina. En ese sentido, se ha comentado, de forma acertada, sus reminiscencias a Fight Club.

Evan Glodell ha realizado un arriesgado debut y lo ha conseguido. Nos ha obsequiado con una obra con el suficiente potencial como para convertirse en una película de culto, una joya underground con olor a combustible quemado. Pero Bellflower no trata sobre héroes pilotando muscle cars en un escenario distópico. Es una historia de amor y venganza violenta, cruda y salvaje que nos recuerda que cuando nos rompen el corazón puede ser más devastador que cualquier holocausto nuclear imaginable.

De ese metafórico mundo en cenizas emergerá un villano para dominarlo. Lord Humongous. 



martes, 22 de febrero de 2011

Big Brother is watching you


Al llegar a Victoria, uno de los principales nodos de la red de transporte público de Londres, decidí salir al exterior para fumar un cigarrillo. Tras dos horas de vuelo y cuarenta minutos de tren, la primera aspiración de nicotina del día quedaba totalmente justificada. Lo lié con calma, prensando el tabaco metódicamente. Lo fumé con más calma aún, contemplando impasible el ajetreo de la metropolis. Me sentí como un espectador entre la multitud. Saqué mi cámara e hice un par de fotos de la escena; quise plasmar mi primera visión de la ciudad, sencillamente.

Me situé en la cola para las taquillas y esperé pacientemente mi turno. Ya la primera impresión me resulta anticuada, rancia e ineficiente. Toda esa gente esperando una eternidad para sacar un billete. Me desesperaría ir con el tiempo justo al trabajo y tener que sufrir estas esperas, cercanías de renfe puede ser bastante ineficiente en ocasiones, pero creo que jamás he tenido que esperar para sacar una tarjeta de metro en Barcelona. Sin embargo en unos instantes, esta sería la menor de mis preocupaciones.

Antes de terminar de guardarme la tarjeta de metro en uno de los bolsillos de la chaqueta, un agente de policia llamó mi atención y solicitó hablar conmigo. Ningún problema, me dirijo a el con naturalidad. Pero en pocos segundos aparecen de entre la masa cuatro agentes más. No eran vigilantes del metro, ni siquiera policías con la típica estampa y el simpático sombrero. Su aspecto era el de algún tipo de unidad de operaciones especiales, con el lote completo incluyendo chalecos antibalas y botas militares. De pronto, su presencia a mi alrededor me empezó a inquietar seriamente.

Se me informó de que iba a ser interrogado y registrado. Tiempo muerto. What the fuck. ¿Es esto una broma, algún tipo de cámara oculta? Broma, en absoluto. Cámara oculta... no exactamente. Al parecer alguien me vio a través de las cámaras de seguridad tomando fotos en el exterior y dio la alarma.

Disculpen señores, como se habrán dado cuenta, no soy de aquí, acabo de llegar y desconocía que estaba prohibido sacar fotos en la calle.

No lo está, pero es sumamente sospechoso.

¿Como que sospechoso?

Si, sospechoso. Si usted es un turista, lo normal es sacarle fotos a los monumentos y cosas por el estilo.

Pero bueno... ¿se me esta acusando de algo?

No señor, no se preocupe, esto es muy normal... es por seguridad, terrorismo, ya sabe.

Oiga, en mi país es impensable sufrir esta situación si no existe una sospecha razonable ¡esto infringe mis derechos!

Terrorism Act 2000, section 44.


Esta controvertida ley antiterrorista aprobada en octubre del año 2009, permite a un agente efectuar registros a cualquier ciudadano siempre que lo considere necesario y sin que por ello deba existir sospecha razonable. En resumen, porque me sale de las narices. Les da derecho a humillarte públicamente mediante un interrogatorio más tocapelotas que un test psicotécnico, revisar la tarjeta de memoria de tu cámara [donde están esas fotos], cachearte y esparcer el contenido de tu equipaje ante la atónita mirada de los transeúntes. Todo sea por hacer del mundo un lugar más seguro. Sinceramente, sentí sorpresa, miedo, indignación e impotencia, en ese orden. Pero seguridad no sentí en ningún momento.

Como curiosidad apuntar que cifras publicadas por The Telegraph hace pocos meses, sitúan en 101248 los registros efectuados desde la entrada en vigor de la ley. Apenas 506 derivaron en detención y en ningún caso por motivos relacionados con terrorismo. Sin comentarios.

Algunos críticos apuntan que nuestra sociedad va camino de convertirse en una distopía orwelliana. Yo soy más de la opinión de que ya estamos viviendo en una.

Feliz 1984.

martes, 30 de noviembre de 2010

Deberías


¿Alguna vez te has preguntado, cuando en mitad de la noche no puedes conciliar el sueño, cuanta gente habrá en ese momento en la misma situación? Mientras te fumas el último cigarrillo de la noche, piensas. Piensas que deberías buscar un empleo mejor. Piensas que deberías cambiar el aceite del coche. Piensas que deberías arreglar ese molesto goteo del grifo. Piensas que deberías dejar de alimentarte a base de tostadas y comprar algo de fruta y verdura. Piensas que deberías llamar a esa persona de la que hace tiempo que no sabes nada. Piensas que deberías hacer alguna cosa, cualquier cosa, lo que sea.

Pero no lo haces.


El anterior fragmento fué escrito hace unos cuatro años, pero goza de una irónica vigencia.

viernes, 29 de octubre de 2010

Sitges 2010: Red Hill

Título Original: Red Hill
Nacionalidad: Australia, 2010
Director: Patrick Hughes
Interpretes: Ryan Kwanten, Steve Bisley, Tommy Lewis



El western, en su etapa madura, es para mi uno de los géneros más interesantes pues sus personajes son ricos en matices. Los buenos no son completamente buenos ni los malos totalmente malos. Eso da profundidad a la narración, pues en el mundo real tampoco se dan los terminos absolutos sino que existen una infinidad de tonalidades.

Por ello, Red Hill era para mi una de las películas más esperadas de la última edición del festival de cine de Sitges. Se trata del extraordinario debut del australiano Patrick Hughes. Este australiano escribe y dirige una imprescindible cinta que combina con destreza elementos del western crepuscular y el thriller más oscuro. Red Hill nos sitúa en una Australia rural anclada en el pasado, donde el conservador sheriff Bill aplica su propia ley. Ryan Kwanten, más conocido por sus apariciones en True Blood, interpreta a Shane Cooper, un agente de policía recién trasladado que deberá enfrentarse a un para nada convencional primer día de trabajo. Jimmy Conway es un peligroso convicto que se acaba de fugar de la cárcel y se dirige a Red Hill para sembrar el terror y vengarse de aquellos que lo encarcelaron.

Red Hill tiene claras influencias y paralelismos con películas como El Jinete Pálido de Eastwood o Training Day. En primer lugar, Conway es un asesino rodeado de misterio, oscuro, silencioso y por momentos casi sobrenatural. El hecho de que no pronuncie una sola palabra mientras dispara a sangre fría a sus víctimas y que no conozcamos cual es el motivo de su venganza, consigue mantenernos a la espectativa hasta el final. Por otro lado, la película se desarrolla a lo largo de un solo día y el inocente pero bien intencionado novato tendrá que elegir entre tomar las riendas de la situación o convertirse en una víctima más.

El apartado estético ha sido tratado con un gusto exquisito. Desde la impecable fotografía, con un excepcional formato Cinemascope, hasta la elección de las localizaciones pasando por la banda sonora y los decorados, todos los elementos han sido cuidados al detalle. Absolutamente loable si tenemos en cuenta que el filme ha sido financiado íntegramente por el director, quien ha tenido que llegar a hipotecar su casa para conseguir los fondos. Nada de subvenciones gubernamentales ni el respaldo de una distribuidora durante la fase de rodaje. Tomen nota.

Además del ya mencionado Ryan Kwanten, el reparto cuenta con Tommy Lewis y un veterano del cine australiano, Steve Bisley (Mad Max). Partiendo de un guión sólido, como es el caso, los actores solo tienen que dejarse llevar por el ritmo narrativo. La trama de venganza se va abriendo paso hasta el esperado clímax, con duelo de gatillos veloces incluido. Se trata de una historia áspera, de violencia seca, pero no falta de esperanza e incluso se permite algunos toques de humor. El resultado del conjunto no defrauda en absoluto. Si bien es cierto que es difícil hacer algo totalmente novedoso en un género tan trillado como el del western, Red Hill aprueba holgadamente y no se limita al simple homenaje o una colección de referencias.

En definitiva, al igual que The Loved Ones, una buena muestra de que el cine australiano tiene interesantes producciones perfectamente aptas para la exportación. Su estreno en Estados Unidos está previsto para el 5 de Noviembre pero todavía no hay fecha para nuestro país. Esperemos que en Europa Red Hill no quede relegada únicamente a los festivales de cine.

domingo, 24 de octubre de 2010

Sitges 2010: The Last Exorcism

Título original: The Last Exorcism
Nacionalidad: USA, 2010
Director: David Stamm
Interpretes: Patrick Fabian, Ashley Bell, Iris Bahr



El estreno de The Blair Witch Project en 1999 supuso, indiscutiblemente, un punto de inflexión en el género. Descubrimos que era posible rodar una película de terror con un presupuesto ajustadísimo sin caer en la caspa habitualmente asociada a las producciones low cost. Desde entonces han sido muchos los directores que han explotado la misma fórmula. La técnica que un dia fue novedosa y consiguió acercar el miedo al espectador, se ha convertido en algo rancio y caduco en los últimos tiempos. ¿Realmente a alguien le pareció que [Rec] y su secuela estaban a la altura de lo que se predicaba? ¿Era necesario su correspondiente remake norteamericano, Quarantine? Por suerte, justo cuando pensabamos que el falso documental ya no tenía nada más que aportar al género, llega The Last Exorcism para hacernos cambiar de idea.

Pese a los avances culturales y científicos, las supuestas posesiones diabólicas y sus correspondientes exorcismos no sólo siguen de plena actualidad en pleno siglo XXI sino que se ha registrado un considerable aumento de casos. El mismísimo Vaticano ha tomado cartas en el asunto, formando a cientos de sacerdotes como exorcistas. ¿Estamos ante un preocupante aumento del fanatismo religioso más radical? ¿Se trata de una reacción propia de la ignorancia? ¿Son estos exorcismos pura charlatanería o existe una mínima posibilidad de un componente sobrenatural en estos asuntos? Este es el punto de partida de la película escrita a cuatro manos por Huck Botko y Andrew Gurland (Mail Order Wife).

Patrick Fabian interpreta al reverendo Cotton Marcus. Un carismático embaucador que se gana la vida con los fraudulentos rituales de exorcismo que realiza por toda Luisiana. Marcus perdió su fe hace tiempo, pero aún le queda algo de ética. Tras años de patrañas, decide exponer toda la verdad antes las cámaras de televisión, revelando todos sus trucos. Su particular forma de expiación consistirá en hacer que el equipo de reporteros le acompañe durante la ejecución de lo que debe ser su último exorcismo. Al llegar a la granja de los Sweetzer, el reverendo y el equipo de rodaje se verán inmersos en una espiral de acontecimientos que les hará replantear por completo sus creencias. Lo que parece el planteamiento de otra aburrida película sobre el tema y la enésima copia barata de El Exorcista, es en realidad el incidente incitador de un guión absolutamente redondo.

Aparentemente un mockumentary acerca de los ingeniosos métodos de Marcus y su imparable verborrea, pronto se transforma en una historia de verdadero horror. Una historia que, enfocada desde un punto de vista escéptico, se mueve en todo momento entre los límites de lo razonable y lo sobrenatural.
Una de las cosas que hace grande a The Last Exorcism, es que pese a tocar un tema tan trillado, consigue que el espectador jamás pueda adelantarse a lo que va a suceder a continuación. Hacia mucho tiempo que una película de terror no me provocaba tal grado de inquietud, esperando ansiosamente una resolución. Una vez arranca la acción ya no hay vuelta atrás; la intensidad aumentará en un crescendo imparable que nos clavará a la butaca hasta el último minuto.

Desde luego ayudan mucho unas interpretaciones de calidad. Patrick Fabian consigue que en apenas unos minutos conectemos totalmente con su personaje, cosa que le ha merecido el premio a mejor actor en la presente edición del festival. Ashley Bell (Stay Cool) juega un rol determinante para conseguir la verosimilitud que transmite el filme. Nada de efectos de maquillaje; todas las posturas imposibles que se marca la supuesta posesa, son realizadas sin trampa ni cartón por la joven actriz. Su habilidad para dislocarse el cuello pondrá los pelos de punta a más de uno, garantizado.

En gran parte el resultado de las actuaciones ha sido gracias a las exigencias marcadas por el alemán David Stamm que ya dirigió A Necessary Death en el 2008. En el ajo anda metido como productor Eli Roth (Death Proof, Inglorious Basterds), responsable de la saga Hostel y amiguete de Tarantino. Tranquilos, nada de excesivo mal gusto en The Last Exorcism. Más bien al contrario, un buen ejemplo de ese terror que hay que recuperar, el que estremece con algo más que sustos previsibles y maquillaje, el que consigue plantar la semilla de la duda en nuestra cabeza, el que hace que horas e incluso días después sigamos dando vueltas acerca de lo que hemos visto.

El 19 de Noviembre se estrena en cines de todo el país.

No la vayan a ver solos.

martes, 19 de octubre de 2010

Extrañas Conspiraciones


De aquí a unos días se cumplirán exactamente ocho años, pero recuerdo con absoluta claridad la noche que conocí a Álvaro Ortiz. Un pequeño grupo de gente nos encontrábamos en uno de los accesos traseros al Pavelló de la Vall d'Hebron. Moby y su banda acababan de dar un magnífico concierto y estábamos esperando la oportunidad de obtener algunos autógrafos o fotos. Después de helarnos los riñones durante más de tres horas y comprobar que el señor Richard Melville Hall prefería pasar la noche con jovencitas puestas de cocaína antes que salir a estrechar la mano de los que han comprado sus discos y han pagado por verle en directo, decidimos largarnos de allí.


Por aquel entonces Álvaro estaba en el Salón del Manga y presentaba la versión original de Julia y el Verano Muerto. Eso fue bastante antes de su exitoso remake para Ediciones Ponent. En todo este tiempo, el señor Ortiz se ha profesionalizado y su lápiz [ahora tableta gráfica] ha realizado una infinidad de ilustraciones, carteles, tiras y por supuesto tebeos. Incluso en ciertas ocasiones nuestras pasiones creativas se han cruzado y ha dibujado para algunos de mis proyectos musicales. Efectivamente, además de dibujar, siente gran devoción por la música y entre sus discos podemos encontrar desde los Smashing Pumpkins a los Beastie Boys pasando por Deftones y Sigur Ros. Tampoco se olvida de la escena indie y post-hardcore nacional; pudiendo encontrarse con él en la legendaria sala Arrebato de Zaragoza o en cualquier edición del Primavera Sound.

Tengo la terrible certeza de que en aquel concierto de Moby, éramos otras personas. Maldita sea, como pasa el tiempo. Pero creo que de alguna forma, mantenemos una conexión entre lo que somos y lo que fuimos. Es precisamente eso lo que hace que puedas reencontrarte con viejos amigos y tener la contradictoria pero reconfortante impresión de que las cosas han cambiado pero todo sigue igual. A pesar del tiempo y la distancia.

Que mejor ocasión para un reencuentro, que la inauguración de su exposición
Extrañas Conspiraciones. Una colección de ilustraciones que como el mismo dice, no están al servicio de nada. Han sido creadas sin un uso específico, sin función aparente. Algo ciertamente extraño. Bien sea para contar una historia de forma gráfica o para plasmar los recuerdos de sus viajes en su libreta Moleskin, sus ilustraciones siempre han tenido un cometido. ¿Que clase de conspiración se oculta tras este aparente giro en la concepción de sus imágenes?

Lo pueden averiguar del 20 de Octubre al 7 de Noviembre en
Miscelanea, lugar clave dentro del mapa de lo cool en Barcelona.



Miscelanea | Guardia, 10 | 08001 Barcelona | Metro L3 Drassanes