Este año parece estar destinado a ser un año de reencuentros. Urgidos quizás por la melancolía del terminar de esta década, una década que para muchos ha pasado fugazmente y, con una hábil maniobra, se ha llevado sus sonrisas. Impulsados puede que por las esperanzas de una nueva etapa aún por estrenar. El tiempo pasa y cuando te quieres dar cuenta, quizás ya no seas exactamente la misma persona aunque haciendo gran esfuerzo sea posible recuperar puntualmente, pero con gran precisión, viejas pero bellas formas de mirar y de escuchar.
Lejos queda ya ese magnífico debut llamado Rebecca Believes. Lejos queda ya ese año, un año que supuso un punto de inflexión en la música, un punto de inflexión personal y un punto de inflexión para el mundo entero. En los tres años siguientes le seguirían Oceane, un EP compartido con Zeidun, el precioso vinilo Schematic y The Daily Charm, el álbum que confirmaría la madurez de la banda. Los vi por única vez en concierto poco antes de su separación. Han sido necesarios cinco años para volver a disfrutar de su directo.
Maple salieron a la palestra encabezados por una sonriente Laura, la cual hizo brillar su voz aún bajo densas capas de intrincados punteos, arpegios preciosistas y una lucha de acordes saturados. Metódica y eficaz estuvo la sección rítmica, sin concesiones al error aún cuando se permitía detallismo en sus construcciones. La selección de temas fue un recorrido muy completo por la carrera de este grupo, poniendo especial atención a los mejores momentos de su discografía. Pero aún con todo, a Maple le faltaba algo. Le faltaba, más concretamente, alguien. La emotividad se hizo palpable en la sala cuando Laura tuvo el gesto de recordarnos que con Gerard haciendo los coros, las cosas sonarían un poquito mejor.
Una vez más el tiempo pasa y las circunstancias cambian. Prueba de ello fue el otro gran momento de la noche; en la recta final del concierto el grupo entonaba Arrepentida y Sola, el tema en castellano incluido en Schematic. La catarsis colectiva llegó cuando los fatales versos “No se por que me fui, ya no puedo cambiarlo” fueron sustituidos para la ocasión por la esperanzadora afirmación “Ahora puedo cambiarlo”, coreada hasta el infinito por el público mientras los instrumentos se apagaban uno a uno hasta ceder el protagonismo a los oyentes. Los pelos como escarpias, literalmente. Tras ello, traca final donde no podía faltar On the Bright Side y Save Me, que rebautizada como Save Us fue la encargada de cerrar este bello recital; las luces se encendían y el sueño terminaba.
Cuando en años por venir, se hable de la noche en que tuvo lugar la reunión de Maple, siempre nos quedará la certeza de pertenecer a la afortunada minoría que pudo ser partícipe de algo tan especial.
martes, 13 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario