miércoles, 27 de enero de 2010

Anti-Karaoke

A pesar de que llevo tiempo sintiendo curiosidad por ver de cerca esto del Anti-Karaoke, hasta ahora lo de ir a Barcelona un lunes me apetecía más bien poco. Para quien no esten familiarizado con el concepto, el Anti-Karaoke es el espectáculo interactivo de Rachel Arieff. La extravagante cómica norteamericana afincada en Barcelona nos brinda la oportunidad de sentirnos unas estrellas del rock y tener nuestros cinco minutos de gloria subidos al escenario de la sala Apolo con el aforo lleno. Con un repertorio repleto de clásicos del rock, punk y metal, todo el mundo puede encontrar algún tema que le anime a subirse a la palestra.

Pues bien, este lunes por fin me decidí a asistir y lo que me encontré allí fué una peculiar mezcla entre un karaoke, un concierto, un cabaret y un espectáculo de monólogos. Karaoke, evidentemente porque la cosa consiste en que gente del público se sube a cantar con la versión instrumental del tema sonando detrás. Concierto porque la forma en que el público, y alguno de los que se suben a cantar, lo vive, es como si se tratara realmente de un directo del grupo al que interpretan. Lo del cabaret se debe sin duda a la anfitriona, la señorita Arieff, la cual aparece en escena con un vestuario tan variado como atrevido, adornado con todo tipo de accesorios tales como collares de perlas, sombreros de copa o boas de plumas. El tema de los monólogos también corre a cargo de la presentadora, con sus parodias e interpretaciones de personajes del mundo musical. Una de ellas fué su caracterización como Kurt Cobain, asegurando que siente haberse suicidado, pero que una de las ventajas de estar muerto es no tener que soportar a Lady Gaga.

Durante la noche hubieron bastantes momentos estelares, se nota que entre los asistentes hay habituales que deben ser o haber sido miembros del algún grupo musical, pues algunas interpretaciones estaban muy logradas, tanto en el apartado vocal como de puesta en escena. No se puede decir lo mismo de la jovencita que destrozó Self Esteem de The Offspring cantando a grito pelado. En cualquier caso, servidor, tras aceptar un trago de bourbon y unas galletas caseras que Rachel Arieff ofrecía al público de la primera fila, me subí a hacer mi interpretación de un clásico que data del año 1986. Para aquellos voyeurs digitales, decir que investigando un poco no es demasiado complicado localizar la documentación audiovisual de mi actuación, pero no lo puedo poner tan fácil como pegar el link aquí.

Al terminar, Rachel Arieff me preguntó si era mi primera vez a lo que respondí afirmativamente y le eché las culpas de todo a las personas que me habían convencido para ir. Lo curioso es que al preguntarme de donde era, me dijo que creía que yo era de Kansas. Todavía no entiendo si es algún tipo de broma o realmente tengo un inglés con acento de Kansas, aunque me parece muy raro que se me pueda haber pegado un acento de un estado donde no se suelen rodar muchas series ni películas que digamos, ni escucho demasiados grupos de Kansas aparte de The Get Up Kids. Demonios, si ni siquiera conozco a nadie de Kansas. De todos modos es cierto que existe una gran participación de público extranjero en las sesiones de Anti-Karaoke. Al bajar un par de chicas me felicitaron y minutos más tarde tropezaba con una de ellas, tirando su copa al suelo. Rechazó mi oferta para compensarla con un chupito de Jägermeister, pero aceptó mis disculpas que al fin y al cabo es más económico.

El apoteósico final, con invasión del escenario incluida, fué con el tremendo Killing In The Name de Rage Against The Machine. Como el asunto es bastante desmadrado como para describirlo aquí, les dejo con un enlace al video. Yo también me subí a hacer el animal, esa canción me encanta, sobretodo porque en lugar de "now you do what they told ya", se puede gritar una grosería y queda fenomenal.

Que no se preocupen los bloggers de Madrid que quieran vivir la experiencia: El último miércoles de cada mes, Rachel Arieff se toma el puente aereo y traslada el Anti-Karaoke a la sala El Sol.

domingo, 24 de enero de 2010

Sherlock Holmes

Título original: Sherlock Holmes
Nacionalidad: Reino Unido, 2009
Dirección: Guy Ritchie
Reparto: Robert Downey Jr, Jude Law, Rachel McAdams, Mark Strong

La verdad es que cuando supe que Guy Ritchie se iba a hacer cargo de realizar una nueva adaptación cinematográfica de Sherlock Holmes, no pude evitar levantar una ceja. El cineasta británico se dió a conocer con esa pequeña joya llamada Lock, Stock & Two Smoking Barrels. Le siguió la interesante Snatch con la cual consiguió llegar al gran público repitiendo receta. A partir de ahí parece que Ritchie se nos despistó un poco y facturó una serie de películas un tanto irregulares que pasaron con más pena que gloria por las salas donde obtuvieron distribución. Con la divertida Rocknrolla parecía que volvía el Guy Ritchie que todos queremos; Ahora solo falta saber si logrará hacer de Sherlock Holmes un producto para el gran público sin renunciar a su propio estilo y manteniendo algo del espíritu del personaje.

La respuesta es sí. En mayúsculas.

Robert Downey Jr (A Scanner Darkly, Tropic Thunder) es el encargado de interpretar a Holmes, mientras que el papel de su inseparable compañero Watson recae en Jude Law (Road to Perdition, My Blueberry Nights). Juntos tendrán que resolver un misterioso caso envuelto de brujería y magia negra, mientras se enfrentan a toda clase de dificultades y sobretodo gente con no muy buenas intenciones para con ellos. Mark Strong (Body of Lies, Rocknrolla) haciendo de malo, para variar. Como podíamos suponer, esta película tiene acción. Hay explosiones, persecuciones, puñetazos, patadas, codazos, bastonazos, disparos y hojas afiladas rozando la piel. Estas últimas no para hacer un afeitado apurado precisamente. Pero para mi alivio, la cosa funciona; lo que vemos en pantalla es gente de verdad, recibiendo golpes de verdad. En casi todo momento la acción se mantiene en el terreno de lo verosímil y los efectos especiales generados por ordenador son realmente muy sutiles con la excepción de una secuencia.

Aportando el contrapunto tenemos escenas más relajadas, que se apoyan principalmente en el ingenio, sagacidad y sarcasmo del protagonista. Rápidamente nos vendrá a la mente Hugh Laurie y su interpretación en House; no en vano el personaje de Gregory House fué concebido como un homenaje a Sherlock Holmes. Jude Law cumple bien, pero es sin duda Rachel McAdams en el papel de Adler la que a mi parecer aporta mayor química a las escenas cómicas; me encanta encontrar ejemplos de lo infalible que resulta la combinación de sensualidad femenina y sentido del humor en una misma persona o personaje. Todo esto sin perder de vista los evidentes apuntes a la ambigua sexualidad de Holmes y Watson, que yo no se si en las novelas se deja entrever mucho o poco, pero en Popbot Ashley Wood y Sam Kieth no pasan por alto el tema.

Aunque ciertamente, por planteamiento, nos pueda llegar a recordar ligeramente a la francesa Vidocq, no cae en tal barroquismo visual. Aquí el apartado estético es impecable, con la fabulosa recreación de un Londres victoriano algo pasado de rosca; se percibe levemente la influencia steampunk pero en absoluto recargada de excesos como en el caso de la olvidable Wild Wild West.

En conclusión, una película de entretenimiento muy bien rematada y totalmente recomendada para pasar un buen rato en el cine. El final es abierto, así que atentos a una posible secuela; se ha llegado a hablar de Brad Pitt para encarnar al infame profesor Moriarty en una segunda entrega de las aventuras del detective de Baker Street.

viernes, 15 de enero de 2010

Siempre negativo


Hace un par de días me encontraba yo en mi sofá, pertrechado con mi bata y una taza de Earl Grey, leyendo The Times, edición impresa, cuando un artículo me llamó poderosamente la atención. Se trataba de The Power of Negative Thinking [Aunque para la versión online se ha rebautizado como The Cult of Positive Thinking; las implicaciones de esto las dejo a cargo del lector], en el cual se entrevista a Barbara Ehrenreich y se comenta su nuevo libro Smile or Die.


Esta señora, que al parecer nunca se ha terminado de tragar todo eso del vaso medio lleno, se rebotó del todo cuando al serle diagnosticado un cáncer, los médicos le insistieron en que mantuviese una actitud positiva, como si la sola fuerza de voluntad pudiese frenar el avance de la enfermedad. Barbara Ehrenreich, doctorada en biología, sabe bien que, según los datos que tenemos hoy por hoy, las enfermedades degenerativas no son precisamente de carácter psicosomático. Tremendamente irritada por esta plaga contemporánea del piensa en positivo, se decidió a abordar la cuestión y a realizar una dura crítica de la misma en Smile or Die.

Este tipo de actitud es especialmente típica de la cultura norteamericana. Esta muy mal visto no poner la mejor de tus caras y una actitud condescendiente durante la jornada laboral de cualquier empleo, especialmente si trabajas de cara al público, independientemente de cual sea tu situación personal u opiniones acerca de la política de empresa. Tampoco se toleran en absoluto las rabietas, despotricar ni pronunciar palabras malsonantes. Que no nos engañen las películas y series norteamericanas con protagonistas antisociales; a nuestro querido Gregory House lo habrían despedido a la primera semana de hacerse el listillo.

Recuerdo una pequeña anécdota que sucedió hace algunos años. Yo trabajaba para una conocida multinacional de alquiler de coches, corbata y camisa de manga corta, pueden imaginarse la estampa. Hacía pocos días que un personaje que conducía un coche extranjero sin seguro, aparcó literalmente en el maletero de mi Renault 5 Baccara, lanzándolo con fuerza contra la furgoneta situada delante, comprimiendo así mi querido vehículo al tamaño de un Smart. Yo estaba ciertamente dolido por el asunto cuando se presentó en el mostrador una mujer afroamericana con los típicos rollos de "Cielo, mueve tu trasero y dame un coche de una categoría superior a la que he pagado porque soy ciudadana norteamericana, tengo familiares en el cuerpo de Marines y porque yo lo valgo". A lo que yo, levantándome de la silla y aflojándome el nudo de la corbata, respondí:

- Well, you're in Europe now and we don't give a damn about all that american movie bullshit. So get used to it, lady.

Me destrozan mi coche, tengo que pagar la reconstrucción de mi bolsillo y encima le voy a dar a esta caradura uno premium by the face. Señores, aplíquense sus sonrisas fingidas por vía rectal.

En este mundo no darle la razón a un cliente cuando es evidente que no la tiene, esta mal visto. Pedir un aumento salarial esta mal visto. Discrepar esta mal visto. No estar de humor esta mal visto. No quedarse a hacer horas extras cuando te lo piden, esta mal visto. No reír las gracias del superior esta mal visto. No poner dinero para el regalo de un compañero, aunque pienses que es un arribista malnacido, esta mal visto. Y así hasta el infinito. Tu siempre negativo, nunca positivo. Coaching, autoayuda, programas de motivación y demás zarandajas solo tienen por objetivo culpabilizar al individuo. Por supuesto, si las cosas no salen bien es porque no pones de tu parte, porque lo ves todo negro, porque no juegas en equipo, porque no te esfuerzas por integrarte, porque no le pones una sonrisa a la vida.

Ridículo.


- Señor Flagpine, a pesar de que la empresa no tiene ninguna queja al respecto de su trabajo y comportamiento profesional, estamos seriamente preocupados en lo que actitud personal con colegas y superiores se refiere.

- Explíquese.

- Bien, esto es un poco violento, pero debo recordarle que en la última cena de empresa usted no mostró ningún signo de estarlo pasando bien, ni siquiera cuando luego se fueron a jugar una partida de bolos.

- Maldita sea, no me entusiasma jugar a bolos, soy malísimo y aún así me arrastraron a ello.

- ¿Lo ve? Esta es justamente la actitud negativa a la que me refiero.

- Prosiga.

- Ya ni siquiera comenta como le ha ido el fin de semana ni se interesa por como le ha ido a su superior, pero lo más grave es que ni siquiera tiene usted una foto de sus hijos, su pareja o mascota como fondo de escritorio de su PC, como la gente normal, sino una cita de Albert Einstein que reza Problems cannot be solved by the same level of thinking that created them.

- ...

- Piense en mejorar su empatía señor Flagpine y, por favor, aprenda a sonreír. Una actitud positiva es la clave para alcanzar objetivos y vivir una vida más feliz. ¡Ahora salga ahí fuera y cómase el mundo, demonios!

Por si todo esto fuese poco, yo le sumaría el molesto fenómeno de la odiosfera. Que vienen a ser todos estos blogs donde la gente publica furiosas invectivas sobre el más variado espectro de nimiedades cotidianas. Una multa por aparcar mal. Un resultado deportivo. El pésimo trato recibido por una compañia aerea. La nota de una asignatura. Lo mal que viste un compañero de trabajo. Un anucio televisivo que no es de su agrado. Miles de historias que, francamente, no llevan a ninguna parte porque ya han sido tratadas exhaustivamente con anterioridad y no es necesario profundizar más sobre ellas o bien son acontecimientos tan personales e intransferibles que para eso mejor ir a gritar a un descampado o meter la cabeza dentro de un cubo de agua. La odiosfera, no muestra una verdadera actitud escéptica con deseos de acabar con determinadas convenciones sociales establecidas como la dictadura del pensamiento positivo. Vienen aquí, despotrican pueril e irreflexivamente y se quedan a gusto, listos para volver al mundo exterior siendo los mismos cachorritos dóciles de siempre.

Espero que Smile or Die sea el principio de un movimiento que fomente el pensamiento escéptico entre la generación mileurista y defienda nuestro derecho a ser negativos y antisociales en una sociedad de chiste.

domingo, 10 de enero de 2010

Domingo Triste


[...] pienso en aquel trágico Philipp Batz [...]
imaginó que somos fragmentos de un Dios,
que en el principio de los tiempos se destruyó, ávido de no ser.
La historia universal es la oscura agonía de esos fragmentos.

Jorge Luis Borges


Rezsö Seress se quitó la vida a los treinta y cinco años de componer su pieza más famosa,
Szomorú Vasárnap, llamada también Gloomy Sunday. Tras este hecho fué popularmente conocida como la canción del suicidio. Se le atribuye ser el detonante de numerosas muertes y tal fué su mala fama que algunas emisoras de radio prohibieron su difusión. Este hecho no impidió que varios artistas mostraran su interés en versionar la canción. De todas las interpretaciones realizadas del tema de Seress, yo me decanto por una en particular; la versión de Sarah McLachlan. Su acercamiento a la canción es íntimo y delicado, sutil y desnudo de toda ornamentación innecesaria, pues tan solo con su guitarra y su voz es capaz de estremecernos como una hoja en una noche ventosa.

Llevo unos días pensando acerca del suicidio. No necesariamente del mío, no teman. Pero si en el concepto en general. Se trata de un asunto francamente preocupante y que no recibe la suficiente atención ni el trato que le corresponde. Algunos de los pocos datos dados a conocer al público general en los últimos años fueron los de las elevadas tasas de suicidio en empresas francesas como Renault y France Telecomm. Pero estos no son casos aislados a pesar de que los medios de comunicación se nieguen a mostrar la realidad. Cada día homicidios, violaciones o maltratos llenan las páginas de sucesos de la prensa y tantos otros casos de accidentes de tráfico, catástrofes o conflictos bélicos ocupan los telediarios. En cambio, mutismo absoluto sobre la segunda causa de muerte de jóvenes entre quince y treinta años. Alrededor de un millón de muertos anuales en todo el mundo si tenemos en cuenta los casos de todas las edades.

La explicación es que estos medios tienen un pacto para no hacer públicas las muertes autoinfligidas. Supuestamente esta política pretende prevenir un posible efecto dominó a escala masiva, argumentando que exponer públicamente este tipo de noticias podría despertar impulsos suicidas latentes en una parte de la población. Aquí hay que añadir el silencio de familiares y amigos, que avergonzados por lo que semejante acto supone en nuestra sociedad, prefieren omitir el tema o mentir sobre el mismo. En suma, el suicidio se nos presenta en nuestra mente como un acto horrible, comparable en gravedad a cometer asesinato o una violación.

El suicidio no está penado en nuestro país, pero si es el caso de muchos otros. En cualquier caso existe un fuerte rechazo, especialmente entre la población católica por motivos religiosos, y suele ser tratado con la misma aversión que delitos como los que he mencionado anteriormente. Todo esto no ayuda más que a perpetuar el bochorno de las personas próximas al suicida. Que nadie me malinterprete, pues no considero que tenga nada de heroico quitarse la vida ni es mi intención hacer apología del mismo, pero pienso que el tema debe ser tratado. Con dignidad y respeto, pero debe ser tratado. No son ya para nadie temas tabú las drogas o el aborto, e incluso para muchos se aplica la máxima de es mi cuerpo, es mi decisión. No comprendo entonces porque este trato discriminatorio, estigmatizador y peyorativo en extremo hacia el acto de acabar con la propia vida.

Los motivos pueden ser diversos aunque principalmente podríamos hablar de suicidios románticos, de suicidios a raíz del acoso escolar o laboral, suicidios motivados por problemas económicos, suicidios propiciados por el abuso de drogas o estados sicóticos... todas estas razones son en su mayoría de poco peso metafísico y pueden ser prevenidos mediante la adecuada ayuda psicológica y médica, pero hay otras razones que pueden resultar mucho más complejas de abordar. Me refiero a casos de personas maduras, algunas de edad avanzada, personas incluso de gran inteligencia y sensatez cuyo legado cultural o científico es extraordinario. Ludwig Boltzmann, Kurt Gödel, Ernest Hemmingway, Virginia Woolf o Philipp Mainländer [Pseudónimo de Philipp Batz, pesimista radical discípulo de Schopenhauer que se ahorcó la víspera de la públicación de su obra La Filosofía de la Redención, usando como pedestal sus propios manuscritos] son tan solo algunos ejemplos.

Tristemente estos casos de suicidio tardío suelen se los más ignorados, eternizando así la fama del carácter juvenil e irreflexivo de la acción en si. Existen pues motivos más profundos y trascendentales como despertar ante la insultante futilidad de la vida, el temor a convertirse en un incapacitado que resulte una carga para los demás o la certeza de no poder aportar nada más al mundo ni a los que nos rodean. Son razones bastante más difíciles de discutir y suelen implicar una cuidadosa planificación del acto que puede llevar meses o incluso años.


En ocasiones pienso en los que afirman que darse muerte a uno mismo es escoger el camino fácil. Pero sabemos que un intento de suicidio supone vencer uno de los instintos básicos más arraigados en todo ser vivo y podríamos afirmar que incluso el más primario de todos; el instinto de conservación de la propia vida. Quizás no sea un camino tan fácil después de todo, sino el último de los recursos. Las muertes autoinfligidas tampoco son algo exclusivo del ser humano, producto de su percepción de la realidad. Encontramos ejemplos como el de muchos insectos donde se observa que la muerte del individuo supone la continuidad de la especie. Podríamos atrevernos a trazar aquí un paralelismo entre estos patrones animales y el razonamiento del suicida altruista, no el que pretende liberarse a sí mismo de una carga, sino aquel que pretende liberar a los demás de su carga.

Recientemente he descubierto el trabajo fotográfico de Nadya Elpis. Su proyecto Attempters, del cual forma parte la imágen que encabeza este artículo, consiste en retratar a personas que en alguna ocasión han intentado quitarse la vida. Lejos de mostrarnos una visión morbosa del tema, las bellas instantáneas nos conmueven y nos hacen conscientes de una terrible realidad que nadie parece querer admitir y mucho menos estudiar con detenimiento. Es un ejemplo más de las muchas referencias y reflexiones acerca del suicidio en el arte o en la filosofía pero es necesario abordar la cuestión desde otras áreas, acabar con los estigmas y afrontar la situación desde la perspectiva de una sociedad madura.

En este caso no puedo evitar recordar la secuencia de Little Miss Sunshine en la que la pequeña protagonista pregunta cual es el motivo de las heridas en las muñecas de su tío.