viernes, 2 de julio de 2010

El sentido de todo

Hacía tiempo que no escribía nada; en ocasiones hay que saber desconectar un poco. Ya saben, dejar airear el vino y reposar las ideas. Recientemente en cierto foro se debatía acerca del sentido de la vida, el sumo interrogante de nuestra existencia. Intenté mantenerme al margen para evitar caer en lugares comunes y hablar de ello como si nunca antes alguien hubiese expresado esas mismas ideas, pero el continuo goteo de opiniones absolutamente superficiales o excesivamente inocentes acerca del tema, me empujó a participar. A pesar de todo, ya no me sorprende para nada vivir en un mundo donde lo que mantiene viva a la humanidad es jugar a videojuegos, machacarse en el gimnasio, quedar con la parienta o emborracharse en las noches de verano.

Ya que mi pequeño escrito, improvisado sobre la marcha, mereció algunas palmaditas en la espalda, me he decidido a publicarlo en el Departamento de Criptoacústica. Disculpen las formas y la ortografía, lo he reproducido sin alterar ni una coma para preservar la frescura de la exposición.



La verdad es que he llegado a la conclusión que lo de estudiar, labrarse un futuro, casarse, tener hijos etc etc... no responde a satisfacciones personales sino mera supervivencia del individuo dentro del conjunto de la sociedad; desde pequeños ya nos moldean para ser un diente anónimo dentro de un engranaje de la inmensa maquinaria.

La mayoria de la gente se levanta por las mañanas porque tiene obligaciones que cumplir; unos estudios, un trabajo, ocuparse de los hijos o hacer las tareas domésticas. Dudo muchísimo que este tipo de obligaciones, de las cuales la vida esta repleta, llenen a nadie. En este mundo tu (hasta cierto punto) eliges si quieres currar en McDonald's o ser ingeniero, pero la triste realidad es que el segundo no se diferencia mucho del primero en cuanto a realización personal se refiere.

Lo dice alguien que ha intentado buscar buena parte de su realización mediante los estudios e intentar progresar en un empleo, sólo para terminar descubriendo que aunque te puede llenar en determinados momentos sentirte útil en esta sociedad, estar bajo el yugo de otros no es exactamente el mejor camino para obtener satisfacción personal.

Basar tu felicidad exclusivamente en otra persona, es decir en nuestra relación de pareja, también me parece poco acertado. Es un error depender emocionalmente de otras personas. La vida es mejor en compañia, es evidente, pero hay que saber valorarse a uno mismo, ser independiente y ser capaz de encontrar la motivación en uno mismo. Si sabemos luchar solos, tanto mejor será si alguien nos acompaña durante parte del camino. Y digo parte porque las personas van y vienen, nada es para siempre, ni amistades ni parejas.

Tampoco creo que el sentido de esta vida sea un simple paso hacia una vida mejor y eterna en otro plano, ni que todo se deba reducir a la reproducción para la supervivencia de la especie. Que el único objetivo de todo sea reproducirse indefinidamente para transferir nuestros genes, es como mantener en marcha un motor que no mueve nada ni conduce a ninguna parte, cuya única razón de alimentarlo es perpetuar su funcionamiento a ralentí.

Creo entonces que el sentido es crecer como persona, aprender, instruirse (no para obtener un título y prosperar laboralmente, sino por puro crecimiento intelectual) en todas aquellas materias que nos resulten interesantes, desarrollar las capacidades creativas mediante una o varias disciplinas artísticas y plasmando nuestras ideas y sentimientos. Sólo mediante los actos creativos podemos superar nuestras propias limitaciones, y es a través de estos que parte de lo que somos puede perdurar en el tiempo.

El conectar con otras personas, el dejar huella en otros (así como las relaciones con los demás también nos moldean), es otro de los verdaderos alicientes de esta existencia. Compartir momentos, música, ideas... es ciertamente gratificante.

Las relaciones que enriquecen mutuamente a sus participantes, el amor por el conocimiento y por los actos creativos de cualquier tipo son esenciales para mantener en marcha el espíritu dinámico del ser humano. Esos momentos puntuales son los que dan verdadero sentido a la vida, todo lo demás es relleno, paja, nimiedades cotidianas que con el tiempo se olvidan rápidamente. Si analizais vuestros recuerdos os dareis cuenta que ni siquiera podeis recordar los detalles de una jornada laboral cualquiera de las últimas semanas, pero podeis recordar perfectamente y con todos sus colores aquellos días en los que lograsteis algo grande, aunque haya sido hace muchos años.

Se puede decir por lo general que la vida es absoluta oscuridad iluminada por los destellos puntuales de esos grandes momentos.

Vivimos por y para esos destellos.

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en casi todo. En especial, en lo de comparar la existencia con algo que tiene que marchar, sin ningún sentido. Y de todos modos, mi propia paja mental se hace aún más grande cuando pienso que sí, esa reflexión nos sirve a este lado del planeta, pero esas opciones de crecimiento personal no existen en todas partes. No puedo evitar preguntarme cómo existen los demás.

    ¡Qué bien que hayas actualizado!

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  2. Tu vuelta de tuerca al asunto es tan buena que he tardado días en responder y la verdad es que ahora mismo no tengo forma breve de matizar tan sombrías implicaciones.

    Puede que algún día profundize acerca de que es lo que mantiene con vida a aquellas personas que no tienen opciones de enriquecerse personal, intelectual o artísticamente ni distracciones de masas para no tener que pensar en ello.

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