domingo, 21 de febrero de 2010

Tres noches de insomnio


Los artistas y sus excentricidades, sus trapicheos en el backstage, las groupies oportunistas, los invitados de prensa, los managers, la furgoneta o bus del grupo, las habitaciones de hotel destrozadas... ¿hasta donde llega la realidad y donde empieza el mito?


Este fin de semana se me presentó la oportunidad de colaborar en el festival In-Somni en Barcelona. Tres noches, una en Razzmatazz y dos en Apolo, para ver de cerca el ambiente del mundo musical profesional. Interesante.

Lo primero que se le ocurre a uno al recibir su acreditación es hacer un breve repaso de la cantidad de veces que se ha intentado, infructuosamente, entrar gratis con algún cuento en las dos salas que he mencionado, especialmente la primera. Todas las veces que se ha tenido que pagar religiosamente la entrada para poder asistir a un concierto o entrar cuando funcionan como discoteca. O peor todavía, la humillación de recibir una mirada de superioridad por parte de alguno de los porteros y volverse cabizbajo y con las manos en los bolsillos porque se ha terminado el presupuesto de la noche.

Todo eso cambia cuando llevas una acreditación Acces All Areas. Ni lista de invitados ni pase de prensa para hacer fotos desde la barrera. La triple A. La que te da derecho a mirar el concierto entre bambalinas, a tomarte una cerveza con los del grupo en su camerino y en definitiva, a pasearte por allí like Peter at home. Orgullosamente colgada en el llavero, ahora el personal de seguridad ni siquiera hace preguntas; Se limitan a abrir las puertas y a levantar los cordones a tu paso.

Lo siguiente que me sorprendió es todo el tema de camerinos y backstage. Siempre había imaginado que eran algo así como habitaciones o lounges de hotel de cinco estrellas y hacía todo tipo de especulaciones al respecto de los placeres hedonistas que allí tenían lugar. El daño que ha hecho la Rolling Stone y demás prensa musical en la cultura popular. Olvídense del glamour, el lujo y los excesos. He visto más glamour y lujo en los probadores de algunas tiendas. Paredes cubiertas de adhesivos y pintadas que dejan los grupos y artistas que pasan por allí y algún sofá medio destrozado. Respecto a los excesos, los que cabrían esperar si usted y sus amigos se encuentran una nevera llena de cerveza gratis. Lo que ocurre es que los señores que tocan en un grupo que está de gira, se la encuentran cada noche.

Tratar con los grupos y sus managers te hace dar cuenta de que quizás se les tenga por semidioses cuando se suben al escenario, pero no dejan de ser personas como cualquiera de nosotros; Por la calle no llevan las pintas que les vemos en los videoclips. La mayoría se implican en la descarga y montaje de su material, se puede ir a hablar tranquilamente con ellos, se muestran amables y básicamente sienten agradecimiento hacía la organización y su equipo por montar un concierto y darles trabajo, que a fin de cuentas de eso viven los grupos.

Las excentricidades y caprichos, por llamarlo de alguna manera, no pasan de pedir cola light en lugar de cola normal o pedir determinadas chocolatinas o dulces. Irónicamente los grupos locales se mostraban más subidos de aires y reticentes a compartir algo de bebida. Muy buena gente The Cinematics, Piano Magic [ aunque musicalmente me parecen soporíferos hasta el punto que ellos mismos bromean acerca de su disponibilidad para tocar en funerales por un precio razonable ] y los maños Tachenko.

Tras las actuaciones y una vez cargado el material en las furgonetas y coches, la celebración de un concierto exitoso seguiría en los bares, el hotel o el piso de alguna jovencita. Y si, claro que sucedieron cosas, de otro modo los conciertos y giras no serían fuente inagotable de anécdotas e historias para recordar.

Pero ya saben... esto no es la prensa musical.

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