jueves, 11 de febrero de 2010
¿Necesita usted una licencia de TV?
Anonadado me hallo con mi último descubrimiento acerca de las leyes que rigen los territorios situados al otro lado del Canal de La Mancha.
Aquí estamos muy pero que muy mal acostumbrados con nuestras constantes quejas acerca del cánon de la SGAE, de los contenidos de la televisión en abierto y la insufrible publicidad que encontramos no solo los espacios dedicados a ello sino también dentro de las propias series o programas; los súbditos de su Graciosa Majestad además deben pagar por el placer de tener en casa una cloaca de vulgaridad.
En el Reino Unido un fulano cualquiera, pongamos John Smith, cuando va tan alegremente a comprarse su nuevo televisor, con el correspondiente desembolso de dinero que supone, sus gastos no han hecho más que empezar; debe obtener una licencia para su televisor.
Independientemente de si John Smith es muy dado a ver la televisión o no, deberá abonar anualmente la cantidad de 142 libras esterlinas y 50 peniques por el mero hecho de ser propietario de un televisor en color. En caso, poco probable en los tiempos que corren, de que su televisor fuese en blanco y negro la cuota será de unas modestas 48 libras. Esto no tiene nada que ver con canales de pago ni sistemas de televisión a la carta; la licencia no da ningún derecho a contenidos adicionales pero si nos permite tener hasta quince receptores de televisión. No veo muy claro como alguien puede llegar a tener tal cantidad de televisores en su hogar, pero demos las gracias al organismo correspondiente por no tener que pagar por un segundo televisor.
Al parecer, el problema recae con las emisiones televisivas en directo. Por lo tanto, si John Smith utiliza su televisor para el visualizar DVDs o material televisivo grabado en cinta u otro formato, no debería tener problemas para solicitar la exención de la licencia. Naturalmente se enviará un empleado a realizar una inspección formal en casa de los Smith para verificar que realmente no mira la televisión. Ante esta opresión, nuestro amigo John Smith tiene dos opciones.
En primer lugar, puede optar por ver la televisión de forma pirata. Va, se compra la tele, se hace el sueco y a los del gobierno no les da ni una miserable pound. Con este proceder, el señor Smith se arriesga a una multa de mil libras por ver la televisión de forma ilegal. Ustedes se preguntaran como narices van a saber si en una casa se ve la televisión de forma legítima o no. Bien, al parecer cuentan con una base de datos donde saben que hogares han registrado sus televisores y pagan la tasa religiosamente y cuales no. En cualquier momento pueden enviar una inspección y echar un vistazo al tejado para corroborar si se cuenta con una antena.
Desde TV Licensing amenazan con disponer de la más elevada tecnología para detectar la recepción de ondas electromagnéticas en las bandas correspondientes, con lo que podrían, hipotéticamente, localizar el uso no autorizado de aparatos de televisión en los lugares más remotos o incluso aquellas instalaciones que no cuenten con una antena exterior. La próxima vez que vea una furgoneta de reparto aparcada frente a su casa, John Smith deberá apresurarse a arrancar el cable de antena y tirarlo por el inodoro antes de que una unidad de operaciones especiales tire abajo su puerta y se encuentre con varios punteros láser en el pecho.
La segunda opción es dejar de lado tan obsoleto aparato y abrazar las nuevas tecnologías. Con la creciente oferta televisiva a través de internet, no debería suponer problema escaquearse del pago de la licencia. Nada más lejos de la realidad. Ordenadores, teléfonos móviles o cualquier otro dispositivo que permita la recepción de emisiones a través de la red, deben también pagar licencia. Una vez más, si los contenidos estan en nuestro disco duro y no se trata de un streaming en directo, no tendremos problema aunque salgan llamas del router debido a su constante y densa actividad de descarga. Desconozco los métodos para controlar el uso de equipos informáticos para ver la televisión, pero desde luego la cosa no está para arriesgar.
En cualquier caso todos aquellos vendedores de cupones o que puedan demostrar dificultades visuales extremas, obtendrán una rebaja del 50 por ciento en el pago y renovación de la licencia. Por si la cosa no fuese ya suficientemente de chiste, resulta que, aunque con descuento, hasta los ciegos tienen que pagar por sus televisores.
Yo de ellos, mejor escuchaba la radio.
Más información: TV Licensing
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1984 totalmente.
ResponderEliminarPor lo que veo, se acabaron las cadenas públicas a este paso.
A la llarga ja ho veig... Adéu Club Super 3...
Que fuerte me parece.