sábado, 19 de diciembre de 2009

Odio


En una ocasión me dijieron que me parecía a Buddy Bradley. Por aquel entonces yo no tenía ni idea de quien era Buddy Bradley, con lo que la verdad es que me quedé igual. Disculpen mi ignorancia, no estaba demasiado metido en el cómic underground norteamericano y lo poco que conocía era el mítico Ghost World de Daniel Clowes y Blankets de Craig Thompson. Buddy es el protagonista de la serie de comics Hate de Peter Bagge y como yo aquel día, lleva su pelo moreno algo dejado y viste camisas de cuadros y zapatillas converse hechas trizas. Pero según la persona que me lo dijo, el parecido no iba tanto en lo estético sino en la esencia.


A pesar de que me los recomendaron encarecidamente, no pensé en desembolsar mi dinero para comprarlos ni siquiera cuando descubrí que habían sido reeditados y recopilados en unos tomos muy bien presentados. Al echar un vistazo rápido a sus páginas observé ese tipo de trazo exageradísimo y grotesco que siempre me ha causado cierto rechazo. ¿Como pueden decirme que se trata de una obra maestra? Por regla general solemos juzgar los tebeos, siendo estos un medio donde lo visual tiene tanto peso, por su estilo gráfico; si este no es de nuestro agrado no solemos molestarnos a profundizar en su contenido. Un buen ejemplo de aquello de juzgar un libro por su cubierta.

Afortunadamente, tiempo después le di una segunda oportunidad a Hate al tropezarme con esta serie en la sección de comics de la biblioteca. Me pareció una buena oportunidad para leerlos sin riesgo a sentirme timado si pagaba por ellos y luego no resultaban de mi agrado, así que cogí el primer número y me senté en una butaca a leerlo. Menuda experiencia.

Hate es verdaderamente odio en estado puro. Un visceral y amargo pero hilarante retrato de la desesperanzada juventud del Seattle de principios de los noventa. Un acercamiento hacia una generación de vidas a la deriva, una generación situada en las antípodas del sueño americano. La mal llamada Generation X. Trabajos de mierda, relaciones fracasadas, pisos roñosos compartidos, comida basura y encontrar una efímera felicidad en darle al frasco más de lo conveniente. Las páginas firmadas por Bagge son una galería de personajes desquiciados, cínicos, egoistas, autoindulgentes, sexistas y mil calificativos más para describir comportamientos que aún casi veinte años después resultarían políticamente incorrectos de una forma absolutamente escandalosa.

Pero lejos de resultar aberrante o repudiar tales actitudes, me doy cuenta de que al final, resulta sencillo simpatizar con Buddy y otros personajes de su alrededor; sus vidas y situaciones gozan de una sorprendente vigencia. Resulta tan triste como irónico verificar que entre el Seattle de 1991 y cualquier ciudad de nuestra geografía a día de hoy, no existen demasiadas diferencias. Los comportamientos, actitudes y preocupaciones de un veinteañero que se cree de vuelta de todo, no han cambiado en absoluto. Las relaciones familiares siguen igual, la relaciones laborales estan como siempre, las relaciones de pareja permanecen en la misma línea y los one night stands sin novedades en el frente.

Por no hablar del frikismo, la gente que se droga hasta en la hora de la merienda, determinados patrones de conducta femeninos, las eternas batallas entre lo underground y lo comercial... Sorprende que todo esto ya se daba muchísimo antes de que mi generación lo experimente de primera mano. Estamos ante una de las mejores disecciones sociales que he visto nunca en una obra de ficción. Pienso sinceramente que Hate representa de forma mucho más fiel que algunos libros y películas, lo que supone ser joven y estar jodido. Da lo mismo si hablamos de la basura blanca estadounidense o de los mileuristas españoles. La esencia, es la misma.

Y en esencia, Buddy es la mala leche que todos llevamos dentro, nuestro odio condensado, el que grita furioso lo que todos pensamos pero no nos atrevemos a decir para no ofender a aquellos que viven en un mundo de piruletas y gominolas.

Yo grito, tu gritas, todos gritamos por una puta birra.

3 comentarios:

  1. Vaya, me alegro que lo comentes. Me encanta Hate. Lo que más me llama la atención es, pese a tener ciertos sueños o proyectos, lo conformistas que son los personajes en su día a día; cómo lo van aceptando todo. Como nosotros hoy en día, supongo. Me parece una visión de lo más realista.

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  2. Es que mucho de Odio es, claro, autobiográfico, y se nota.
    Es todo un clásico y con motivo.

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  3. Molt gran Hate, vaig llegir el primer volum fa un temps i em va encantar. Llàstima que no vaig trobar segona part per biblioteques. Recordo molt bé com acabava la primera "Lo bueno de haber caído tan bajo, es que desde aquí sólo puedo subir".

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